Sángruelas: Acuarelas de sangre

Hace unos años prepandémicos me encargaron una serie de ilustraciones para una publicación contra el maltrato animal. En esta ocasión prefiero no decir los nombre del libro ni de la editorial, son amigos y es una cuestión de estilo, además iba a tener una tirada muy limitada y sin promoción alguna. Era un encargo personalizado a un nivel extremo. La única condición que me pidieron fue la de entregar cinco ilustraciones donde se vieran animales heridos junto con niños. La propuesta me pareció perturbadora y evité hacerme preguntas. Hay casos en los que la falta de información es más un beneficio que una tara.

Aquí, en esta galería podéis ver las cinco imágenes. Ni que decir tiene que no me las aceptaron, más bien se cabrearon conmigo y casi llegamos a  perder la amistad. Repetían una y otra vez sobre mi ocurrencia de poner animales con una lanza atravesada. ¡Que cruel!, ¡Pobres animales! Nadie se atrevería comprar la publicación si las ponía.

Sobre los niños no dijeron absolutamente de nada. Creo que sólo les importaban los animales. Meses después vendí los derechos de reproducción a una empresa de ventas de camisetas para una tirada exclusiva. Fue todo un éxito. Me recuerda lo que ocurrió en el pub Liquirbá —allá por los años ochenta— cuando monté el árbol de navidad con niños hidrocefálicos. Pero como suele decirse, esa es ya otra historia.








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