Centro de visitantes del Parque Natural Bahía de Cádiz
«Sigue el camino de las baldosas amarillas». El mago de Oz
En las playas de mi aldea, Palestina de la Concepción, apenas se distinguen la pleamar y la bajamar. Por eso me sorprendió tanto cuando, dormido en la orilla de Camposoto, una ola me cubrió de pronto el cuerpo entero. Apenas me recuperaba del asombro cuando tuve que salir corriendo tras mi mochila, que flotaba mar adentro como si quisiera escapar.
Detrás, en lo alto de una duna a salvo de la marea, Antonio Luna, Fon y Juanlu —el equipo docente— se reían a carcajadas. Ellos son de allí, y saben bien cómo de caprichosos y vertiginosos pueden ser los cambios del agua salada.
Ya seco, en la terraza del Hotel Bahía Sur, recordé una cita de la tradición esquimal que decía algo parecido a: «Busca en la riqueza escondida del horizonte». Esa sería la semilla de la exposición: una versión más líquida del «Juego del Escondite». Solo que en lugar de buscar y encontrar personas, la misión sería buscar y encontrar informaciones.
Geometría sagrada
La geometría sagrada alude al conjunto de formas geométricas presentes en la arquitectura de lugares considerados sagrados —iglesias, catedrales, mezquitas— y a los significados simbólicos y esotéricos que se les atribuyen. Por su trasfondo religioso y filosófico, su énfasis en la matemática y su relación con la construcción de templos, suele asociarse a la masonería.
También ha sido reivindicada por corrientes herméticas y por el ocultismo, que la utilizan con propósitos diversos. Algunos defensores afirman que trabajar con la geometría sagrada estimula de forma simultánea ambos hemisferios cerebrales: el derecho, vinculado a la creatividad y la percepción visoespacial, y el izquierdo, ligado a la lógica y a la matemática. Conviene, sin embargo, matizar que esta interpretación es una simplificación del complejo funcionamiento del cerebro humano.
Proceso constructivo
Para materializar la idea diseñamos una retícula espacial basada en el cuadrado, desde la cual extrusionamos y deconstruimos el lugar hasta recrear un juego visual en el que los contenidos de las unidades didácticas se mostraban y ocultaban, como si fueran parte de un mecanismo vivo.
El espacio fue creciendo por sí mismo, en un nutritivo diálogo entre conceptos y medios, hasta dotar al equipamiento de una potente imagen expográfica. Un ejemplo elocuente es la Avenida de los Tótemes, una alineación de espectaculares monolitos luminosos convertidos en faros: señales que marcan la “costa temática” de los contenidos, organizados en cinco claves que condensan la complejidad de la dinámica mareal en las marismas: Ciclos, Flujos, Adaptaciones, Estrategias y Memorias.







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